Weiji, crisis y oportunidad

Cuando paseo a mi perra Lotta, sobre todo en el recorrido matutino, no puedo evitar que la mente se ponga a divagar sobre escenarios a veces racionales y a veces extravagantes. Ocurre aquello de que las conexiones neuronales arrancan a funcionar por sí mismas más allá de tus intereses del momento o de las instrucciones que pretendas darles. Simplemente se ponen a trabajar y cuando comienzas a ser consciente de ello ya es demasiado tarde, se ha iniciado un camino que seguirá adelante movido en parte por ciertos automatismos y en parte por tus impulsos en las escasas ventanas de tiempo en que tu consciente se pone a hablar con tu inconsciente.

La cuestión es que hace unos días, en uno de esos momentos reseñados en el párrafo anterior, comencé a percatarme de que mi mente era asaltada por la imagen de algunos surfistas sorteando la ola en los distintos momentos de su ciclo de vida. Alguno intentando subirse a ella, otros en la cima, doblegándola, y muchos en la caída, arrastrados por ella. Y la verdad es que no sé a qué rayos podía obedecer imagen tal, ya que no he practicado nunca el surf, no vivo cerca de ninguna playa donde se practique y tampoco es una actividad que me haya interesado nunca, por lo que mis imágenes gráficas de la misma almacenadas en el cerebro no deberían ser muy abundantes. Por tanto, la parte consciente enseguida llevó la imagen a ámbitos más conocidos para mí. En este caso, al terreno empresarial y a las distintas opciones que las empresas toman en momentos de crisis. Habría que suponer que esto de la ola debía ser una metáfora de las mencionadas opciones empresariales.

Lo misterioso del asunto se reforzó cuando llegué a casa y me senté delante del ordenador, como suelo hacer a primera hora, para revisar la prensa y las redes sociales. Y, al abrir LinkedIn saltó la sorpresa. De repente apareció la imagen de una ola, al estilo de las que mi mente había fabricado. Y la imagen pertenecía a un artículo de, uno de mis autores favoritos en el tema de Branding, el bueno de Andy Stalman. ¿Cómo podía ser? ¿Qué extraña confabulación del espacio-tiempo había sincronizado mis divagaciones caninas con los pensamientos del gran Stalman.

En fin, no era cuestión de darle más vueltas al asunto. Uno es bastante racional en su concepción de la realidad y, de inmediato, achacó a ese azar cósmico que todo lo preside, la coincidencia a la que acababa de asistir. La cuestión es que, ya que estaba allí el artículo, lo que procedía era leerlo, cosa que os invito a hacer también a vosotros. La temática que el autor aborda, como podéis comprobar quienes lo leáis, se centra en las actitudes que deberían tomas las compañías en un periodo de crisis como el que estamos viviendo a colación del covid-19.

El enfoque del artículo me pareció excelente y muy coincidente con mi propio punto de vista al respecto. Solemos asistir a diario a una visión catastrofista de la realidad, observamos como estos periodos de crisis se llevan por delante a multitud de empresas que no pueden adecuarse a las circunstancias extremas que los momentos difíciles traen consigo. Y, ciertamente, la cosa ahora se está poniendo dura en determinados sectores. Vemos como en nuestro país, turismo y hostelería están siendo barridos por el viento atroz que el virus ha provocado. Pero esto no debe conducirnos al desaliento. Verdaderamente se va a producir, o quizá se esté produciendo ya, un cambio en nuestro tejido empresarial. Y en ese cambio habrá numerosas oportunidades. No debemos, pues, dejarnos aplastar por la adversidad.

Yo tengo unos buenos amigos cuya actividad se desarrolla en el entorno de la hostelería. ¿Se están dejando arrastrar por la ola? Ni mucho menos. Le están plantando cara tratando de manejar su actual negocio de la forma más posibilista posible para que no les lleve a la ruina. Pero, fundamentalmente, están cambiando su foco empresarial a otras áreas donde las oportunidades derivadas de la crisis se van mostrando en el camino. Identificar esas áreas y lanzarnos a ellas buscando que la ola nos aúpe es nuestro deber como empresarios.

Lo menciona Stalman en su artículo para numerosas empresas, pero también encaja perfectamente con mi experiencia de vida. Solo tengo que hacer una ligera introspección para ser consciente de que todos mis proyectos empresariales fueron creados en época de crisis. Y, de forma independiente, a cómo terminaran ellos o como yo saliera de los mismos, lo normal es que se aprovecharan de esa ola que ascendía durante o después de la debacle.

Fue ese mismo día por la tarde, después de comer, momento que aprovecho para fumar una pipa en el patio de casa mientras leo, que algo volvió de nuevo a martillear en la misma dirección. Estaba leyendo Alimentar el mundo. Un reto del siglo XXI de Vaclav Smil, uno de mis autores preferidos en materia de… Uff, no sabría qué decir, escribe tan prolíficamente y de tantos temas que me sería difícil mencionar su principal ámbito de experiencia. Aunque para mí, los análisis de economía global son los que me resultan más atractivos. Ya os hablaré de él en otras ocasiones y os recomendaré siempre su lectura que creo que es de gran interés. Bueno, que me lío. Vuelvo al asunto y lo hago simplemente citando un párrafo de su libro:


«…este término, crisis, transmite una sensación lúgubre pues su significado hace mucho tiempo que se ha ensombrecido desdibujándose los sentidos que tenía en griego de decisión o momento crucial, en solo recelo ante un peligro casi manifiesto. La interpretación china es mucho más realista: la palabra crisis, weiji, se compone de dos caracteres; el primero significa peligro, el otro oportunidad.»


Quizá debamos ahora hacernos conscientes de por qué China esté saliendo de esta crisis mucho antes y mejor que las economías occidentales. Su PIB ha cambiado la tendencia desaceleradora de los últimos tiempos y en el tercer trimestre de 2020 ha marcado un aumento del 4,9% respecto al mismo trimestre del año anterior. El asunto es tal que los analistas están comenzando a ya a vaticinar que en la carrera por liderar la cifra de PIB mundial, China está entrando ya en la fase clara de superar a Estados Unidos, situación con la que se viene coqueteando desde 2014. Pronto veremos si esto se hace realidad.

En fin, aquí lo dejo. Simplemente quería remarcar la idea de que es en estos periodos donde debemos incrementar nuestra sagacidad emprendedora, o tratándose de este foro, la inversora. Se trata de ser capaces de subirnos a la cresta de la ola y que nos impulse en lugar de dejarnos arrastrar por ella.

Comentarios Destacados

  1. Muchas gracias por su artículo, me parece muy bueno, llama a la reflexión, despierta mi pensamiento crítico y recomienda buenas lecturas y autores, cóctel excepcional.

    Sólo una cosa, con ánimo de aprender, hace tiempo ley que asociar weiji como la separación de crisis y oportunidad es un error de interpretación por nuestro lado.

    Según Wikipedia, tomándola como la referencia que es, en la que hasta yo tengo mi pasado editor con más de 3000 ediciones:

    Por lo demás, espero que disculpe esta intromisión, sin ganas de corregir a nadie, sólo de entender un poco mejor el uso de la palabra. Muchas veces la “mala interpretación” supera al original y genera una asociación de ideas que todo el mundo entiende, con lo que la cruzada de hacer ver a todo el mundo que lo usa mal es como convertirnos en Quijote y lanzarnos contra los molinos.

    De nuevo, gracias.

  2. Lo que he disfrutado con su artículo @aqcasado.
    Sin duda, al igual que en la inversión bursátil, el mejor momento para invertir es cuando a nadie le apetece.

    Donde unos ven miedo, otros oportunidad. Siempre han sido dos vasos comunicantes que a mí me fascinan.

    Siga trayéndonos más joyas como la de hoy.

  3. Pues no sé qué decirle, la verdad es que no sé chino, me he limitado a reproducir las palabras de Vaclav Smil que es el autor de la cita que menciono en el artículo. Si tengo oportunidad consultaré con algún amigo chino que pueda aportarnos algo más de luz al respecto.

  4. Muchas gracias, lo intentaré o pereceré en el intento, je, je…

  5. Mi hija mayor da clases de chino, si no se me olvida y no me da apuro el próximo día le pregunto a su profesora.

  6. Me ha gustado mucho su artículo, Antonio, muchas gracias, y también por descubrirnos un par de nuevos autores. Mi síndrome de Diógenes de listas de libros que leer se lo agradece encarecidamente.

    Parece este un periodo ciertamente convulso, aunque no se si se puede comparar con otros cambios “tectónicos” como los que se produjeron en las distintas “revoluciones” que a todos nos vienen a la cabeza. Cambios en los que siempre, por mucho que todo el mundo lo llegue a intentar, siempre puede haber “perdedores” (no lo digo con carácter negativo). Es este un tema peliagudo pues ya entran factores ético-políticos sobre qué queremos hacer cada uno (me resisto a escribir “como sociedad”) y cómo de eficiente o no puede llegar a ser el remedio.

  7. Efectivamente, Arturo. Yo creo que este es el periodo más convulso que nos ha tocado vivir tras la segunda guerra mundial, de modo que mi generación y muchas otras, que no habían conocido dureza social tan relevante, se han visto sorprendidas. Y, desde luego, es más que probable que haya muchas más empresas que sufran los avatares de tamaña crisis de las que logren algún éxito apalancadas en la misma. Pero ahí debe estar la inventiva del emprendedor, su capacidad de aprovechar épocas en las que cuando descubres un entorno aún la competencia casi no existe en el mismo. En fin, ojalá esto termine pronto y, al menos, podamos contar conque más allá de lo mucho negativo que nos ha traído, el covid también suponga para algunos algo positivo.

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