La vara de medir.

Me explicaba mi abuelo, cuando yo era niño, cosas que él había vivido en su pueblo de joven.  Experiencias entrañables que se recuerdan de forma caprichosa mientras que otras, posiblemente más relevantes, caen en el olvido. Una de las que recuerdo se refería a como se medían las fincas. Una finca de tantas cántaras. ¿Qué es eso de las cántaras abuelo? ¡Pues una tierra que produce, en una cosecha, esa cantidad de vino! me contestaba con una mezcla de irritación y sorpresa. Imagino que se preguntaba que para que íbamos a la escuela.

Una medida tan imprecisa puede tener su utilidad. Una tierra que produce vino tiene unas características diferentes de una que produce trigo. La que era tierra de trigo se medía, por cierto, en fanegas si la memoria no me falla. El caso es que, siendo de ciencias, tengo una tendencia a la exactitud y un respeto enorme a las unidades de medida. El metro, la hectárea y todas esas que mi abuelo parecía despreciar, puede que incluso desconocer.

El caso es que el progreso científico y técnico sería imposible sin una serie de medidas rigurosamente definidas y de uso común que permitan a los especialistas: científicos, ingenieros, etc. entenderse. Entenderse y poder reproducir lo que otro profesional ha diseñado. De hecho hay ejemplos célebres de fracasos científicos y técnicos causados por errores con las unidades de medida. Una de las misiones espaciales a Marte terminó con la pérdida del artilugio espacial en la fase de aterrizaje en el planeta rojo por mezclar en el software magnitudes en metros y en pies. Aunque las unidades de medida no se hayan unificado del todo (mi frutero sigue vendiéndome las manzanas por libras) existe al menos una forma exacta y rigurosa de hacer conversiones entre ellas.

En los negocios y en la inversión la unidad de medida es el dinero. Podríamos pensar en las distintas monedas como unidades de medida de gasto, riqueza, precio… Sin embargo no existe una conversión constante entre estas unidades de medida. Ya, ya sé que hay buenos motivos para ello como el ajuste entre economías de forma casi automática. El caso es que los precios de cambio entre monedas son una fuente de incertidumbre y confusión a la hora de hacer negocios. La existencia de distintas monedas, manipuladas todas ellas, han generado crisis económicas internacionales difíciles de ignorar. Seguramente Soros y la libra se le vienen a la cabeza al lector.

Pero el problema no se queda ahí. Incluso utilizando una sola moneda su valor no es constante. A golpe de ordenador un banco central (o comercial) “crea” miles de millones de la nada. Dinero que un instante antes no existía y que es intercambiable por bienes y servicios. Da que pensar el tema. Es como que la unidad de medida más importante de la economía se va encogiendo con la inflación para valer cada vez menos. Vale, se podría decir que corrigiendo con la inflación se resuelve el problema. Solo que medir la “inflación real” es complicado. El IPC y similares miden la variación de precios al consumo, es decir, cosas como las patatas, el pescado y los teléfonos móviles. Productos de los cuales hay, necesariamente, una demanda limitada. Se excluyen (¿a propósito?) otra serie de activos como los inmuebles, las excavadoras, los robots industriales, las acciones, los bonos…

A pesar de todo medimos nuestras pérdidas y ganancias inversoras en Euros. Pero el Euro es una medida que va cambiando con el tiempo. No es una referencia. Por dejadez ni siquiera corregimos nuestro patrimonio con la inflación. Pero además ¿con qué inflación? Y ya cuando se alcanzan límites patológicos de pérdida de valor de la moneda la economía se hunde por no tener una “unidad” sólida.

Esta idea, que utilizamos unas unidades económicas corrompidas e inservibles, viene rondándome la cabeza desde hace tiempo. No me imagino a los científicos publicando periódicamente actualizaciones a la longitud del metro. Con incertidumbre en las medidas físicas los túneles y puentes no se podrían construir. Y sin embargo construimos toda la realidad económica en base a unas unidades inadecuadas.

Tómense por favor la libertad de decirme que esto es una locura mía, una idea totalmente estúpida. Si lo justifican estaré doblemente agradecido. Era algo que pensaba desde hace tiempo y que tenía que contarles a ustedes.

Para terminar dejo una pregunta. ¿Existe una alternativa para medir magnitudes económicas que sea mejor que las monedas FIAT? A lo mejor, como en tiempos mozos de mi abuelo, tenemos que redescubrir la cántara y la fanega como unidades de superficie corregidas con calidad y tipo de tierra.

Un saludo y feliz inversión,

Juan Cogollos.

Ahorro + Inversión = Prosperidad.

Comentarios Destacados

  1. Saludos cordiales.

    ¡Qué maravilloso es leer sus reflexiones y cómo nos invita a meditar!

    Efectivamente, al igual que con las cántaras y las fanegas que cambiaban según eta la calidad de la tierra, las monedas fíat (en latín fiat significa hágase) valen según o que se pueda comprar con ellas.

    El dinero es un instrumento de cambio y, muy importante, en algún momento hemos mudado metonímicamente su significado confundiendo el objeto de cambio con aquello que permite obtener.

    Siempre me he resistido a aceptarlo, pero la realidad es que siempre existió: el oro y la plata.

    Es curioso que un metal brillante y químicamente estable, pero con tan poco valor industrial haya sido y sea tan codiciado. Pero es verdad que con una onza de oro un caballero podía vestir elegantemente tanto en la Roma clásica como en la actual Europa. ¿Qué opinan Vds.?

    ¡Siga dándonos en qué pensar!

    :dromedary_camel::dromedary_camel::dromedary_camel:

  2. Calcular considerando la inflación no deja de tener su complejidad en la práctica. Asi, de manera simplona, tanto rendimientos como patrimonio los traslado mentalmente de manera más sencilla a meses de gasto. A grosso modo me sirve como medida, más allá de las cifras.

  3. Me parece que se suelen sacar conclusiones delicadas de las propiedades del oro (y especialmente de la plata). Creo que se tiende a confundir lo que uno querría, que es que se pudiera conservar fácilmente el valor del dinero de uno, con la complejidad de la economía y que nuestra exposición a circunstancias de la realidad es significativa y puede terminar afectando al valor de ese dinero.

    Si mira la evolución histórica de la cotización del precio respectivo del oro y de la plata podrá ver una primera etapa donde si parece imperar gran estabilidad en el comportamiento relativo y otra segunda etapa donde la volatilidad de la misma es enorme, lo cual complica poder afirmar que eso da algun tipo de medida relativa de valor que se mantiene a lo largo del tiempo.

    Obviamente las explicaciones a posteriori de esa gran oscilación existen, pero la pregunta es si esas mismas explicaciones se tenían igual de presentes alrededor de 1850 cuando la evolución si mostraba cierta estabilidad.

  4. Siempre es delicado intentar comparar disciplinas de una naturaleza significativamente distinta como son las ciencias naturales como la física o la química, de lo que es una ciencia social como la economía.
    El hecho de que las primeras permitan replicar gran cantidad de experimentos y que sea algo de muy difícil viabilidad para la segunda, se transforma en algo difícil de superar.

    Creo que incluso a veces se tiende a no ver el propio cambio que existe en la ciencia. Vamos con el ejemplo que usted propone.

    Efectivamente ese papel es importantísimo. Pero creo que nos equivocaríamos si olvidáramos que ese consenso ha ido variando a lo largo del tiempo.

    El metro ha sido una barra que estaba en un museo y que era razonablemente fácil de replicar con una definición de la superfície de la tierra. En cambio ahora no es una medida fundamental ya que se define por su relación con la velocidad de la luz en el vacío y el tiempo (cuyas definiciones también han ido variando con el tiempo).También sabemos que en ciertas condiciones la longitud de un objeto cambia (relatividad).

    Yo aquí vigilaría no confundir el carácter inmutable de la ciencia, que no es tal y que va evolucionando con el tiempo, con el papel de ciertos consensos que son imprescindibles en ciencia y posiblemente también son bastante recomendables en economía, por ejemplo para el comercio. Pero cuanto de esos consensos es natural y cuanto es convención no creo que sea fácil de dirimir.

    Como comentaba antes, creo que nos ciegan nuestras ganas de dar un carácter inmutable a nuestras posesiones. Un carácter que no puede ser tal dado que la propia evolución
    (o involución) económica y social van a marcar ese valor. Si tiene una casa es evidente que dependiendo de cual sea esa evolución económica y social su valor variará.

    El problema de fondo es que a todos nos gustaría poder garantizar que el activo x dará a largo plazo un determinado tanto por ciento sin riesgo (a largo plazo), pero eso no puede funcionar así. Si la historia es difícilmente predecible, es complicado que lo pueda ser algo que va a depender de esas condiciones.

    Los estados cometen gran cantidad de errores, sin embargo creo que existe cierta predisposición a culparles en exceso, de problemas que son inherentes a la propia naturaleza de la sociedad.

    Me gustó mucho el libro https://www.amazon.es/Economica-1929-1939-Entrelíneas-Charles-Kindleberger/dp/8461344626 (aunque quizás sea más significativo su título en inglés: The World in depression). Constata la gran cantidad de errores que tuvieron los estados en dicho periodo. Sin embargo eso no le lleva a concluir que esas decisiones eran fáciles de tomar. Más bien lo contrario.

  5. Gracias por sus amables comentarios.
    Leí una vez que lo más importante era plantearse buenas preguntas. No se me da mal. Lamento que no se me dé tan bien proporcionar buenas respuestas.

  6. No está mal mirado eso que usted dice. Ir referenciando las cantidades monetarias a algo que nos resulte más cercano.
    Si, corregir con la inflación es un horror.
    Gracias por su comentario.

  7. ¡No me hable del ratio Oro/Plata!
    Una narrativa que me hizo perder cierto dinero hace tiempo.

    El oro ha sido dinero, no hay duda de ello. Pero cuando llegaba a chorros de las américas también hubo problemas. La Plata es curioso que haya sido tan popular. Es una guarrería de metal. Se oxida y adquiere un color negro desagradable…

    Gracias por comentar.

  8. ¿Podría ser que usamos el mismo dinero para distintos propósitos?
    A lo mejor deberíamos tener varios “dineros”

    Unidad de cuenta.
    Mecanismo de intercambio.
    Almacén de Valor.

    Está claro que la economia, con la subjetividad del valor, no puede ser como la física.

    Gracias por sus interesantísimos comentarios.

  9. No puedo negar lo que me gusta leerle, soy mas de campo que las amapolas e iniciar un escrito así, me saca una sonrisa de lo que disfruto leyéndolo.

    Siento alinearme con usted, yo tampoco tengo buenas respuestas por eso leeré con atención las que aporten los compañeros que seguro que serán muy acertadas.

    Muchas gracias por compartir tan buenas reflexiones

    Un abrazo

  10. Saludos cordiales.

    Al menos si se sabía que era posible. La avidez de China por la plata del Nuevo Mundo era conocida:

    https://historia.nationalgeographic.com.es/a/donde-fue-a-parar-plata-nuevo-mundo_6873/amp

    Plata que China había adoptado como medio de pago y por la que había adquirido un apetito insaciable. Y que llegaba a espuertas gracias al Galeón de Manila, la ruta comercial hecha posible por la expedición de Urdaneta. Tan importante fue aquel metal que el español Juan José Morales y el estadounidense Peter Gordon han acuñado en su libro The Silver Way: China, Spanish America and the Birth of Globalization 1565-1815 ha bautizado como la Ruta de la Plata aquel primer fenómeno globalizador.

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