El método de Kurt218

Lo más probable es que el lector que se enfrente al título de este artículo piense que su contenido versará acerca de alguna metodología de gestión empresarial de las muchas que se explican en las escuelas de negocio o se publican en los libros. Nada más lejos de la realidad. Siguiendo el estilo que suele caracterizarme en esta tribuna, lo que contaré no será más que una historia, otra más. Algo sencillo con lo que pasar un rato y quizá aprender algo. O quizá, no. ¡Quien sabe!

En fin, vayamos a ello. Kurt218 es un escultor y pintor que reside en Mollina, un pequeño pueblo de Málaga cercano a aquel en el que yo me aposento desde hace un poco tiempo. Kurt se define a sí mismo como «El jornalero del arte», un poeta de las artes plásticas que crea belleza con los materiales naturales que encuentra en su ámbito: madera de olivo, cepa de vid, barro, hierro y madera reciclados procedentes de pilares, palets, etc.

La cuestión es que, milagrosamente, Kurt218 vive del arte que crea. Y no es pequeño este mérito que para sí quisieran tantos artistas que malviven de lo poco que venden o de la esperanza de conseguir alguna migaja derivada de las subvenciones públicas a la cultura. Otros ni venden, ni han vendido nunca, ni quizá nunca venderán nada. Porque si cualquier entorno comercial es complicado, el del arte casi los supera a todos. Muy basado en criterios subjetivos de valoración, inserto en un mercado dispar donde solo unos pocos tienen ingresos millonarios y donde la gran mayoría rara vez sobrepasan el estado del amateurismo.

La cuestión es que cuando nos mudamos a este lugar del mundo, por una serie de avatares que serían largos de contar, pero que lector interesado puede seguir en este artículo de mi blog personal, dimos no solo en contactar sino también en trabar una afable amistad con el artista. Y como yo andaba algo desocupado tras mis últimas experiencias empresariales y me resulta difícil vencer mi tendencia a 1) intentar ayudar a los amigos y 2) pensar que soy el más listo y que puedo organizar la vida (al menos la vida económica) de los demás con mi enorme saber y entender de las cosas, pues me puse a pensar qué podía hacer por mi amigo Kurt218.

El asunto es que su método me parecía algo tosco. Trabajaba mucho, apenas si tenía costes de materias primas y de infraestructuras y ganaba lo suficiente para vivir, pero más bien poco. Y ahí entré yo. Le organicé las redes sociales para que pudiera publicitar mejor lo suyo, le monté una web de catálogo de su obra e incluso una tienda online para que sus productos pudieran llegar mucho más lejos de lo que le hacían. También le orienté para que pudiera organizar mejor la eficiencia de sus operaciones. Y le di mi gran consejo: «Sube precios, amigo. Vendes tu arte muy barato. Lo que creas es demasiado bello para lo que te pagan por ello. Estoy convencido de que, sin abusar, pero con una subida razonable tu vida sería mucho mejor».

Kurt218 torció el gesto y no pareció recibir mi consejo con demasiado buen talante. «Amigo mío -me dijo-, en plena crisis de 2008 mientras que todos los artistas se morían de hambre yo vendía. Mi método es sencillo, se trata de hacer que las personas en lugar de comprar una gilipollez (es bastante mal hablado) del Ikea compren mi arte por un precio similar. Prefiero vender diez tallas a treinta euros cada una que una sola a trescientos. Así habrá más gente que disfrute de mi arte».

Yo pensé, «¡pobre hombre!, que poco sabe de negocios. Necesita mi ayuda». Y date que hasta su familia más directa le decía: «Hazle caso a este hombre, que sabe mucho de empresa. Niño que tú eres un pringaillo de pueblo y él ha levantado empresas importantes «. La cuestión es que con consejos de esa índole, con mi empuje y con el gesto torcido de Kurt218, comenzamos a poner en práctica mi ganadora política empresarial.

Pero los resultados fueron nulos. ¡Qué digo nulos! ¡Horribles! No había resultados. Si se subían precios simplemente no se vendía. La venta por internet resultó ser un fiasco. Y, mientras tanto, su cliente de siempre, los vecinos de su pueblo, y sus contactos a través del mundo, seguían demandando, a los precios razonables de siempre, sus tallas y cuadros.

Obviamente, aunque algo soberbio en ocasiones, no soy tonto del todo y en cuanto vi como iba aquello, tiré la toalla. «Kurt -le dije-, ¿sabes que te digo? Vamos a continuar con tu método que ha demostrado históricamente su fiabilidad y vamos a dejar el mío en el lugar de donde nunca debió haber salido: los glaciares del olvido».

Y así lo hicimos. Kurt218 sigue vendiendo (mucho, todo sea dicho) a sus precios irrisorios. Yo quedé como un imbécil de la capital y el mundo ha seguido girando, ignorándonos a ambos. Sus amigos artistas le miran con envidia mientras sus tallas y cuadros están ya presentes en cuatro continentes y más de cincuenta países. El método de Kurt218 es un método ganador. Funciona. Quizá algún día se estudie en las escuelas de negocio.

Y quizá, dios o la naturaleza -quien lo sabe- para castigarnos por nuestra soberbia intelectual (al menos por la mía) decidió al poco mandarnos un virus que anda ahí dándole vueltas a si extermina o no a la humanidad. Es probable que alguno nos lo merezcamos.

En fin… De esta historia se pueden sacar varias conclusiones. La primera de ellas es un viejo dicho de gran valía: «si funciona, no lo toques». La segunda me sirvió de gran aprendizaje: «éxitos pasados no garantizan éxitos futuros, pero los errores del pasado suelen reproducirse muy eficientemente». La tercera tiene que ver con el último sentido de este blog: «casi siempre lo simple es lo mejor».

En fin, por si alguien quiere conocer al sujeto en cuestión, que no deja de ser alguien bastante fuera de lo común, aquí dejo el enlace a uno de sus vídeos promocionales.

Comentarios Destacados

  1. Por descontado, usted intentó ayudar y podría haber funcionado.
    En este caso, no funcionó como a usted le hubiera gustado y sin embargo su amigo artista ahí sigue con su labor a pequeña escala.
    Resulta complicado la acción/verbo ayudar. En la gran mayoría de las ocasiones por no decir prácticamente todas, la intención es buena y sin embargo el resultado quizás no sea el esperado. Muchas veces me encuentro en esa dicotomía de ofrecer ayuda o no y cómo. No es fácil, la verdad.
    Aún así lo intentó. No funcionó. A disfrutar de la obra de su amigo. Habrá múltiples caminos para ayudarle.
    :wink:

  2. Lo importante, como siempre, es intentarlo. El resultado no siempre se corresponde, pero quien no lo intenta no lo consigue.

  3. Me parece una reflexión muy interesante a tener en cuenta. Muchas gracias por compartirlo.

  4. @aqcasado tremenda lección, lo simple funciona y si funciona no lo toques, dejalo que siga fluyendo.

    Nuestra tendencia a mejorar todo, a eficientizar todo crea un sesgo enorme que nos bloquea de percibir que los proyectos, ideas y empresas mas longevas tienen procesos simples y que funcionan imperecederamente.

    Nicholas Nassim Taleb aborda de forma magistral el tema de los Artesanos en su libro Antifragil, cuando pueda leerlo descubrira que llegan a conclusiones similares.

    Muchas veces la acción más efectiva es no hacer nada, dificil contenerse y aplicarlo en este mundo super acelerado y que nos motiva a querer cambiar y modificar todo.

    Gracias por intentar ayudar, nunca se rinda, este metodo, esta experiencia va acorde con mi filosofia de vida e inversión, pero la lección más importante ha sido tener la humildad para reconocer que el método Kurt218 superaba cualquiera de sus grandes y eficientes mejoras.

    Deseandole lo mejor de cada día para usted y los suyos.

  5. Gracias por su recomendación bibliográfica, he leído cosas de Taleb, pero aún no lo he hecho con Antefrágil. Que tenga usted también un gran día.

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