En este momento ando en un estado singular que a veces denomino como de «en tránsito hacia la jubilación». Y lo llamo así porque, aunque reconozco que ha sido algo buscado, incluso ampliamente deseado, no consigo aún aclimatarme totalmente a él. Además, técnicamente aún no soy pensionista, con lo cual no sé realmente en que orilla estoy. Es así que, quizá conociendo la situación, algún buen amigo habló conmigo ayer para invitarme a abrir un blog en +Dividendos. Y entiendo que lo hacía con la loable intención de que empleara parte de mi mucho tiempo libre en algo productivo. O, al menos, que pudiera calmar ese extraño desasosiego derivado de la calma chicha en que se encuentra alguien acostumbrado a trabajar durante toda su vida quince o dieciséis hora diarias, siendo que ahora el tiempo se le va solo en tareas menores como cocinar, leer (mucho), ver series (más), ayudar a unos cuantos amigos a llevarles su marketing digital y, sobre todo, a escribir toneladas de cosas, la mayoría de ellas inútiles, en su blog personal.
Pero, claro, la pregunta que me hice, y le hice a mi amigo, vino de inmediato, ¿y qué puedo aportar yo en un blog de inversores? ¡Si la gestión de mis finanzas personales nunca ha ocupado una parte relevante de mi tiempo!. Ciertamente manejo algunas inversiones, pero de forma absolutamente amateur y relegando en profesionales lo que yo no estoy capacitado claramente para hacer. Pero mi bondadoso amigo, enseguida aclaró mis dudas. «Tú tienes mucho que aportar como empresario, con tu larga carrera y múltiples proyectos seguro que tienes miles de cosas interesantes que contar. Al fin y al cabo, tus inversiones han sido siempre de tu esfuerzo para crear nuevas compañías «. Supongo que me estaba haciendo la pelota 😂😂.
Y, bueno, aquí estoy. Y estoy encantado, y agradecido a mi amigo y a +Dividendos, aunque dudo bastante que en un foro de este tipo mis aportaciones puedan tener mucho interés para los asiduos. En cualquier caso yo las haré complacido y confiaré siempre en que habrá alguien al que puedan resultar de utilidad. Y, si no resulta así, dejaré libre la tribuna para quien esté más alineado con los intereses del auditorio.
Para que se entienda más por donde irán mis aportaciones, os comento que he sido emprendedor durante casi toda mi vida laboral. Con treinta años decidí dejar una buena posición en la empresa de informática de la Comunidad de Madrid para lanzarme en mi primer proyecto empresarial. Y, desde ahí, han habido tres o cuatro más con desiguales aportaciones en cuanto a la consecución de éxitos o fracasos. Pero bueno, el detalle de estas cosas será algo que iré desarrollando un sucesivas entregas. Por hoy baste con indicar que siempre he sido un culo de mal asiento, sin llegar al extremo de los actuales milenials. Me refiero a que he cambiado de proyecto y creado nuevas empresas cuando consideraba agotada la anterior, pero casi todas me han durado un número razonable de años.
Y, por último, habrá que explicar por qué ese título, La navaja de Occam. Bueno, debo reconocer que siempre he tenido una especial predilección por el principio expuesto por aquel franciscano bajo medieval, el bueno de Guillermo de Occam. Vino a decir nuestro filósofo algo así como que «no había que multiplicar los entes sin necesidad». Se le ha denominado por eso también, principio de simplicidad metodológica. Podemos decir en su aplicación que un sistema es más plausible siempre que pueda explicar la realidad con menos aparataje metodológico, o matemático, según sea el caso. Por ejemplo, la explicación que hace Tolomeo sobre el giro de los astros era bastante más compleja que la de Galileo, pero ambas daban razón suficiente del movimiento de los planetas en sus órbitas. En aplicación de la navaja de Occam, las tesis de Galileo eran más acertadas en tanto que necesitaban menos formulación matemática para explicar lo mismo. Unos pocos siglos más adelante, ya descubrimos por la evidencia empírica que Galileo tenía razón, que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al contrario, como su viejo alter ego griego presuponía.
Y, ahora me preguntaréis, ¿sirve esto realmente de algo? Está claro que quienes aplicaran la célebre navaja podrían, apelando a la misma, indicar que Galileo estaba en la razón, lo que seguro que no evitó que fuera condenado por la Iglesia. Solo siglos más tarde, cuando la evidencia empírica demostró que aquello del eppur si mouve era cierto, pudimos afirmar con la fuerza suficiente que Galileo estaba en la verdad. Ahora bien, a priori, la navaja y su apelación a la simplicidad metodológica, parece funcionar como una regla general que suele aportar buenos resultados si la usamos para elegir entre dos sistemas que tratan de lograr los mismos resultados.
Y eso es lo que yo intento transmitir aquí extrapolando el asunto al mundo empresarial. Lo sencillo funciona. Los sistemas complejos hacen que a veces nos perdamos en una maraña difícil de explicar y entender. Buenas ideas, métodos de gestión sencillos (ojo, no quiero decir, escasos), personas adecuadas. Y al final, el asunto funciona. Entendiendo que funcionar no es una expresión atemporal, es decir, que algo pudo funcionar en un momento de tiempo y dejar de funcionar en otro. Si hemos tenido la viveza intelectual de estar en el proyecto en el momento en que funcionó, habrá sido útil para nosotros.
En sucesivos artículos haré uso de la navaja. De momento baste por hoy como presentación y puesta a disposición de mi persona en este estupendo foro de inversores.
Que sorpresa más agradable!!
Estoy convencido que tiene mucho y muy bueno que aportar y lo digo con conocimiento de causa, porque he tenido el placer y el privilegio de poder trabajar contigo (con usted, siguiendo las formas de este foro) en una de esas etapas/proyectos.
Encantado de poder leer y disfrutar estas perlas que nos irá dejando.
Quién habrá sido esa mala persona
Ya lo verá usted, aquí se habla no sólo de inversión, sino también de empresa, de emprendimiento, de filosofía de la vida y por lo que le conozco tiene mucho que aportar a esta comunidad de +D, que ya es la suya también.
Trabajar con usted fue sencillo y por eso funcionó, por eso y por rodearse de las personas adecuadas.
Un abrazo grande y bienvenido amigo Antonio.
Me suena el apellido “Segado”, je, je… Tuve el honor de trabajar en uno de mis proyectos con tres “Segados” a cada cual más inteligente y currante que el anterior. En otro proyecto posterior, una “Segado” me proporcionó un apoyo bancario importante en los momentos en que más lo necesitaba.
Bueno don Manuel, más allá de alabarnos mutuamente, lo dicho, muchas gracias por invitarme y será un placer colaborar aquí, aunque mis dudas sobre si lo que aporte pueda ser relevante continúen vigentes.
Muchas gracias, aunque por el jpmaldon no le identifico, seguro que para mí fue un placer también trabajar con usted.
Cierto, jpmaldon no es muy identificativo, aunque como todo tiene su razón de ser. Soy el menor de los Segado que comentabas en el mensaje de respuesta a Manuel. . Gracias!
En inversión se suele empezar no entendiendo que una acción es en realidad una parte de una empresa real.
Suele suponer un avance, aunque tiene parte de tópico, cuando uno ya invierte con cierta mentalidad empresarial.
No obstante comprenderá que la mayoría de los que hablamos de intentar invertir de esta forma, no hemos llevado ningún negocio real y por lo tanto a veces nuestra visión de como funcionan puede estar bastante alejada de la realidad.
No quiero meter el dedo en la llaga de asuntos pasados, pero recuerdo un episodio no hace muchos meses, de alguien insistiendo en que en un proyecto de software no deberían haber imprevistos, por mucho que varias personas que tienen contacto con el sector desde dentro le insistieran en lo contrario.
Así que ya ve, queremos invertir de una forma pero en realidad nuestras limitaciones son las que son.
Espero poder disfrutar de sus reflexiones sobre la actividad empresarial y las cuestiones que considere oportunas.
Pues para mi será un placer aportar lo que pueda para ayudar y seguro que aprendo mucho más de lo que todos ustedes comentan acerca de sus inversiones y la metodología que siguen para llevarlas a cabo.
Bueno, Juanjo, un placer oír noticias suyas nuevamente. En este mundo confinado que nos toca vivir es difícil mantener relaciones no virtuales, pero espero que una de mis visitas a Madrid nos podamos tomar una cerveza para recordar viejos tiempos. Y, desde luego, una vista suya y de su familia por Málaga sería más que bienvenida cuando el tiempo y el COVID lo permita.
Yo tampoco meteré el dedo en la llaga y menos desvirtuar el blog del compañero.
Les leí con detenimiento, pero no intervine por no ser especialista, técnico o conocedor de la materia.
Pero si que he estado, y en numerosas ocasiones, en el otro lado de la barra, quien contrata. Y siempre que he contratado, sea lo que sea y, muy especialmente en materia de sistemas de información, los imprevistos siempre han merecido capítulo propio, con título y sus correspondientes secciones y artículos, con un especial cuidado en estos puntos, evidentemente, redactados por especialistas del equipo, todo ello en función del presupuesto e importancia del proyecto en el núcleo del sistema de información e incidencia en la marcha de los objetivos de la empresa. Lo anterior es un mínimo en las exigencias de contratación.
El que una persona considere que, en materia de sistemas de información, como en la ejecución de cualquier otro tipo de proyecto, personal o empresarial, pueda ejecutarse a entera satisfacción del contratante sin la permanente inexistencia de incidencias me produce extrañeza.
La búsqueda constante de la simpleza es necesaria y obligatoria, es constante, y su motivo es obvio, lo simple, en su ejecución, es lo que te origina las menores incidencias, de ahí también el permanente circulo de movimiento imparable que, por lo que yo conozco, de vicioso no tiene nada.
Releo y que serio me ha salido esto, prometo que no volverá a suceder.
Y dar las gracias a Aqcasado por su blog.
No estaba aún por estos lares cuando se produjo el debate del que ustedes hablan, pero si he pasado algunos años de mi vida haciendo software, desde casi todas las posiciones posibles y, desde luego, mi punto de vista es que los imprevistos siempre surgen. En el origen del asunto suele estar el hecho de que aún no hemos encontrado un sistema de representación de las especificaciones requeridas por los sistemas a desarrollar, al igual que, por ejemplo, en arquitectura u otras ingenierías suele suceder. Ante esto, la respuesta tecnológica suele venir por dos caminos distintos, uno de ellos es el de plantear metodologias sumamente rigurosas que tratan de atar al máximo los intereses de quien contrata y quien ejecuta. Lo malo de estas metodologías es que suelen terminar en los juzgados, ya que los imprevistos suelen surgir de todas formas y ambas partes pueden entender lesionados sus intereses. Y ahí todo va a depender de lo bien estructurado contractualmente que haya estado el proyecto para que uno u otro puedan terminar triunfando ante la ley. Por ello hoy se suele ir más a las denominadas metodologías ligeras, como es el caso de Agile. En este tipo de métodos se parte de que es muy difícil plasmar en su totalidad las funcionalidades globales que se requieren para un proyecto de software y, por tanto, ponen un práctica un abordaje consistente en construir el sistema por capas, partiendo de elementos simples que van poniéndose en producción y completándose conforme su ciclo de vida va demostrando que las cosas son viables. De este modo la inversión inicial para quien contrata no suele ser muy alta, de forma que incluso pueden tomarse las primeras capas como una prueba de concepto de lo que se quiere realizar y de la compañía de desarrollo que lo lleva a cabo. A su vez, para la compañía de desarrollo desaparece el riesgo de verse metida en un proyecto gigantesco de los que no terminan nunca y que, por tanto, son muy difíciles de cobrar. En fin, en cualquier caso, el desarrollo de software, a pesar de los grandes logros que hemos logrado a través de él en las últimas generaciones, no deja de ser una labor de suma complejidad.