Apología de la aceptación

“Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia.” Plegaria de la serenidad, atribuida a Reinhold Niebuhr (1892-1971)

Antes de comenzar les advierto que igual les escuece algo de lo que lean, ese es el objetivo. Si puedo hacer que se detengan a pensar y que confronten alguna creencia adquirida será todo un éxito, eso sí, no se crean nada. Lo que voy a contarles me parece una buena base sobre la que enfocar la vida y, desde luego, la experiencia me ha demostrado que contribuye a una mayor felicidad.

Recojo el testigo de varios podcasts de +D en los que se ha mencionado este concepto, en especial de las entrevistas a Pablo Tovar y a Jon Pascua Ibarrola para hablarles de aceptación.

La aceptación es la piedra angular de la felicidad, entendida esta como un estado de profunda paz interior ante la realidad que vivimos. La realidad no es buena ni mala, la realidad es neutra. Lo único bueno o malo es la interpretación que hacemos de la misma y por tanto solo podremos alcanzar cierto nivel de felicidad cuando aprendamos a aceptar nuestra realidad en cada momento.

Pero cuidado, aceptar no es lo mismo que resignarse, aceptar requiere un profundo nivel de comprensión.

Tampoco se puede confundir la aceptación con el inmovilismo. Una vez comprendida una situación y aceptada, queda en mi mano actuar sobre ella y cambiar aquello que no me permite ser feliz.

Aceptar es reconocer, comprender y afrontar.

Y es que aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento.

Es importante distinguir el dolor del sufrimiento, puesto que el dolor es inherente a la vida, todos vamos a pasar por situaciones dolorosas: la pérdida de una pareja, de un ser querido, la enfermedad… pero el sufrimiento es algo que en gran medida depende de nosotros. Además, ocurre que los momentos de dolor suelen desencadenar los periodos de mayor aprendizaje y crecimiento personal.

Cuando nos enfrentamos a una realidad incomoda nuestro ego tiende a hacer que nos lo llevemos a lo personal, que intentemos cambiar cosas que no pueden ser cambiadas y en definitiva que suframos.

Por ello, cada vez que estemos sufriendo deberíamos preguntarnos inmediatamente:

¿Qué es lo que no estoy aceptando?

A partir de ahí hay que trabajar mucho y no es fácil, pero es un comienzo para dejar de sufrir.

No podría terminar esta entrada sin mencionar a Gerardo Schmedling y su “Aceptología”, un texto demasiado espiritual para mi gusto, pero del cual beben estas ideas.

Comentarios Destacados

  1. Me quedo con esta frase: “Aceptar es reconocer, comprender y afrontar”. Y de las tres ideas me quedo con comprender.

  2. No se si he acabado de entender (igual sí), lo que Vd. llama sufrimiento. ¿Estaría en lo correcto si lo sustituyo por ansiedad? ¿O sólo sería la ansiedad un tipo de sufrimiento?

  3. Bajo mi punto de vista la ansiedad es solo un síntoma de sufrimiento, como lo es la rabia, el odio, la tristeza…
    El sufrimiento lo entiendo como el dolor que depende de nuestra reacción a la realidad. Llevado al límite uno puede sentir dolor pero no por ello estar sufriendo. En el otro extremo una tonteria puede hacernos sufrir enormemente. No sé si me explico Arturo…

  4. Buenas noches,
    De igual manera me han hecho reflexionar los podcast de Pablo Tovar y Jon Pascua.
    Es curioso como las personas buscamos siempre “mejorar la especie” tratando de rizar el rizo y tratar siempre de dar, obtener o implementar la mejor versión de nosotros mismos. Esa es la riqueza de +D, sus blogueros y participantes.
    La aceptación para mi ( y es mi caso particular) aún me suena a derrota, lamentablemente no sé encajar determinadas situaciones de mi realidad y me hacen sufrir. En mi caso no confundo ansiedad con sufrimiento o dolor. Quien conoce la ansiedad de cerca sabe que es el sufrimiento más profundo que hay y además se le suma el dolor físico, así que bajo mi punto de vista todo está mezclado y relacionado.

  5. Qué buen texto, @Ayuso , me ha gustado mucho.

    La aceptación es una de esas lecciones que uno va aprendiendo y que por la esencia de nuestra naturaleza nunca terminamos de saber aplicar en todas las situaciones. Al mismo Marco Aurelio, sabio tras una larga vida pero ya enfermo, le seguía costando mientras reflexionaba en una de sus últimas campañas dando la oportunidad a la historia de recoger parte de su legado. Lógico es por tanto que a nosotros mismos nos siga costando.

    Aceptar, como bien dice está muy lejos de resignarse, y en mi opinión en algunas ocasiones tiene más que ver con la resistencia que le ponemos a ciertas cosas. Cuando uno pone resistencia a algo en lo que puede influir, el resultado puede ser positivo. Cuando uno la opone a algo sobre lo que no tiene poder alguno, el resultado suele ser negativo.

    No se si a ustedes les ha pasado, pero en mis tiempos universitarios, un grupo de amigos nos bañamos en un río. En una parte del río había un remolino de esos que te arrastran hacia adentro. Si te ponías a bracear para salir, o lo hacías muy fuerte y en la dirección adecuada o lo único que lograbas era agotarte. En esas me hallaba yo tras varias cervezas, viéndome a mi mismo terminar mis días en un río, cuando uno de mis mejores amigos que vivía en el pueblo y por lo tanto conocía perfectamente ese lugar, me dijo que simplemente me hiciera el muerto y que la propia inercia del remolino me sacaría fuera. Afortunadamente así fue.

    Con los pensamientos suele pasar lo mismo. Cuanto menos quieres pensar en algo, o más intentas no hacerlo, más insistentes se vuelven. Si aceptas por el contrario que es normal, y que puedes permitirte sentir compasión hacia ti mismo y dejarlos estar, al cabo del tiempo desaparecen.

    Aceptar para mi tiene dos vertientes, la exterior y la interior. La exterior básicamente es aceptar la realidad del entorno y las múltiples cuestiones que se nos van planteando. Este cúmulo de experiencias es lo que conforma nuestra historia personal, nuestro particular disco de “Éxitos y fracasos”. La interior sin embargo tiene más que ver con aceptarnos tal y como somos. Con no torturarnos por no ser más XXX , como nos gustaría o con no avergonzarnos de habernos comportado como unos YYY en un momento determinado.

    Un truco que yo uso para que la aceptación exterior no se procese como frustración es cuando algo me está saliendo mal ponerme en el peor escenario posible. Pienso…bueno , ya estoy en lo más bajo, no tengo nada que temer pues ya he metido la pata hasta el fondo, ahora voy a ver cómo puedo mejorar esto. La presión desaparece y vuelves a subir al ring con estrategias diferentes para intentar un nuevo asalto (que a veces sale bien, y otras sale de nuevo mal).

    A nivel interno la aceptación exige un nivel de trabajo muchísimo más importante. Uno tiene que ir lentamente matando al ego, y eso cuesta lo suyo. Si la batalla anterior cuesta un mundo, esta es una labor titánica comparable a sacar el agua de una barca con un agujero mayor que el propio cubo. El caudal no cesa, pero no por ello se puede uno permitir dejar de tirar agua fuera de la barca.

    Un último punto que me parece importante es acerca de la aceptación que tenemos de los demás y el intento de querer cambiarlos (a tus amigos, pareja etc…), o incluso de la opinión que los demás tienen de nosotros, que siendo realistas a uno se la tiene que traer al pairo.

    Somos seres hechos de contradicciones. Aceptar para mi es poner el “desfragmentador de disco” y dejar que las cosas se reordenen.

    Ser feliz no lo veo tanto como vivir en una eterna fiesta, sino más bien como estar en paz y tranquilo con uno mismo y con su entorno. Para todo lo demás…Mastercard :wink:

  6. Que reflexiones de buena mañana, es un placer leerles. Disfruten del día, que a mí ya me lo han alegrado con estos textos.

  7. Aceptando que una inversión que ha caído un 90% puede caer otro 90% (algunos lo hemos conseguido, y mire que es hasta difícil y casi es para que te den una medalla de hojalata), en ocasiones se puede salir del pozo con esa misma estrategia.

  8. Gran tema el que trae a la palestra en este artículo. Y muy relacionado con el proceso inversor.

    Creo que para los que invertimos es de gran importancia aceptar los inconvenientes intrínsecos del tipo de activos donde invertimos y/o de las estrategias que seguimos.
    Pretender que uno ha encontrado una forma de soslayar esos inconvenientes creo que es un error y normalmente suelte terminar llevando a correr riesgos iguales o peores que los que se intentan esconder.

    Hay quien parece molestarse cuando precisamente aparecen esos riesgos cuando en realidad debería reflexionar sobre el porque pensaba que eso era evitable.
    Este año hemos observado, quizás no tanto en el mercado bursátil, por su bastante rápida recuperación en no pocos casos, como personas que estaban forzando en exceso su situación personal para adelantar objetivos futuros, lo están pasando mal, precisamente porque la realidad les ha dificultado seguir esa marcha.

    Intentar maximizar según que ya se sabe que suele conllevar una dosis mayor de riesgo, que sólo suele aparecer en toda su crudeza, cuando la situación se complica. Buscar culpables externos a uno mismo ayuda emocionalmente a aguantar el bache pero no suele evitar volver a caer en él.

    Efectivamente. Pero a veces esta también es una estrategia seguida por quien quiere imponer algo y no es fácil establecer una línea de separación entre algo que no se puede cambiar y toca aceptar de otras cosas que en realidad no corresponden a nada natural y son simple convención que si se puede alterar si uno, en temas más individuales, o un grupo significativo, en temas más colectivos, se pone a ello.

    Hay casos donde incluso aún en el caso de equivocarse puede merecer la pena intentar cambiar aspectos de la sociedad que uno no sabe muy bien si están en el adn humano o es posible mejorar.

    Algo que creo que es especialmente complicado de aceptar es la naturaleza de la fecilidad humana, según mi punto de vista claro, que no tiene que ser compartido por otros.
    Creo que la felicidad humana es algo que no se puede maximizar, no se puede mantener de forma indefinida en el tiempo y no se puede comparar entre personas. Y queriendo hacer precisamente todas estas cosas no se consigue nada más que justo lo contrario de lo que se busca.

    Esperando con ganas su siguiente artículo. Muchas gracias por ellos.

  9. Que maravilla de comentario, mejorando el texto original y tocando otros puntos que me gustaría desarrollar en un futuro cercano: la aceptación interior, y es que la aceptación tiene que comenzar por uno mismo. La aceptación de los demás: todo el mundo tiene sus peculiaridades, sus defectos, sus circunstancias, es necesario entrenar la empatía.
    Y por último, la necesidad de matar al ego. Primero hay que entender qué es el ego y lo importante que es como mecanismo protector del exterior mientras desarrollamos nuestra personalidad. Pero es imprescindible trascender y conectarnos con lo que somos de verdad, destruyendo esa barrera artificial que supone el ego y que es causa de la mayoría de nuestro sufrimiento…

  10. Muchas gracias a usted por su comentario.

    Efectivamente es dificil apreciar la diferencia en muchas ocasiones… por mucho que uno lo tenga claro somos humanos y nos tropezamos una y otra vez con las mismas piedras, dejamos activado el piloto automático, a veces nos resignamos cuando no debieramos y a veces intentamos derribar un muro a cabezazos.

    En cuanto a la felicidad yo que siempre la he entendido desde un punto de vista bastante hedonista, relacionándola más con el placer, cada vez estoy más convencido de que la felicidad es simple y llanamente paz interior. Lo cual es algo que requiere un trabajo mucho mayor, pero que aun con altibajos, creo que puede ser mantenido en un estado cuasi estacionario…

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